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sábado, 6 de mayo de 2017

Ahí viene el sol

Hoy me desperté y vi el cielo de un color fucsia estridente mezclado con anaranjado y con un celeste que hacía todo por sobrevivir.

No es que no haya visto estos colores antes, no es que sea este el mejor cielo, no tiene nada de especial (astronómicamente hablando).  Lo especial tiene que ver con cómo lo veo hoy.

Hay una frase que repite alguien a quien adoro y dice "uno conoce a la pareja de uno cuando se separa" y si bien no puedo dar demasiada fe sobre este comentario, sí creo que tiene que ver con el sabor de la despedida y con la forma en la que actuamos cuando algo ya no funciona.

Tener que despedirse es una forma de matar algo nuestro, es saber que nos va a faltar parte de nuestro folklore, de nuestra falaz armonía que está abrazada siempre más al miedo que a los propios deseos.  Es que en las despedidas se siente miedo más allá de cualquier convicción.

Hoy miré el cielo y se veía distinto, como más encendido, como más vivo, como si quisiera demostrarme que es lindo y está ahí para mi, como si quisiera implorarme que no lo cambie por otro cielo.  Parece una locura pero las despedidas, en definitiva, son eso.  Tener que decir "adiós" es una forma de crecer, ya lo dijo Cerati y a veces es parte de elegir lo mejor, de quedarnos con lo que nos representa un desafío, con lo que nos va a obligar a romper algunas costumbres porque algo mejor nos espera.

Ahí viene el sol, amenaza con mostrarme su mejor versión, con darme su calor un día más para que no me olvide jamás que fue mi compañía muchas veces, que fue testigo de cosas que ni yo misma se; viene feliz porque sabe que siempre le agradecí que estuviera.

Ahí viene el sol y se me llena la retina de imágenes de los momentos en los que fui muy feliz.  Sólo vienen esos momentos y esa es una elección inconsciente de lo más atinado que puede sucederme hoy.
De fondo, la voz de George Harrison me acaricia los oídos y me deja soñar un rato más.  Me invita a pensar en los motivos que hubo para que cada cosa sucediera, porque por más Dios y estrellas en el cielo, el camino se hace andando.  Tuve muchos motivos, muchos sueños que parí en este mismo balconcito que hoy veo tan perfecto.

Me invade una pregunta: ¿debería uno irse de los lugares en los que se animó a soñar grande? y la respuesta llega con este sol.  Por supuesto que sí, porque hay mucho más ahí afuera.

Mientras algunos buscan ganarle a otros, yo sigo la batalla más dura pero la única que me importa.  Algún día voy a mirarme al espejo, voy a tener mis ojos grandes llenos de arrugas, voy a tener mis aritos de perlas, voy a sonreír y voy a decir "siempre elegí bien, gracias Dios".  Uno no se puede equivocar demasiado si entre tanta lógica le da lugar al corazón.

Me deseo un buen viaje... a muchos lugares en los que brille el sol, a muchos lugares en los que siempre haya algo por aprender y gente a la que admirar, a lugares donde podamos pasar largas horas con amigos de esos que siempre saben estar, a muchos lugares en los que la gente "importante" valga por lo que guarda en esa caja fuerte a la que llamamos corazón.
 

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