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viernes, 12 de mayo de 2017

La puerta

Los últimos días, algunas charlas me han llevado a una idea gráfica que sirve mucho para plantearse la vida.  La puerta se hizo para entrar o salir, no para quedarse parado bajo el marco. El que se queda ahí, molesta. No entra. No sale. Molesta al que quiere entrar. Molesta al que quiere salir.

La vida es eso.  Cuando uno abre una puerta siempre espera algo: los pesimistas, algo que los ahuyente, casi como si fuera un mecanismo de defensa que los aleja de cualquier nueva oportunidad o riesgo (para estar a tono con la naturaleza pesimista).  Los optimistas suelen desilusionarse a menudo pero tienen un plan B para hacer que la decepción sea revertida con alguna idea creativa que termine haciendo que todo luzca como esperaban.  

Las puertas fueron hechas para separar lugares, para apartar ambientes, para que cada uno pueda ser un lugar en sí mismo aunque esté dentro de otro gran espacio.  Es la vida misma. 

Cuando abrimos una puerta nos estamos dando la oportunidad de encontrar nuestro lugar en el mundo: la puerta de una universidad, de un auto, de una casa, de un café.  Quizás después de la puerta que abras hoy, tu vida cambie para siempre ¿lo pensaste?

Quizás lo único necesario sea hacerlo con la convicción de que más allá del resultado, la intención es que sí funcione. 

Que no haya puertas a medio abrir por las cuales pasen cosas pequeñas que estorben o por las cuales cualquiera puede espiar el íntimo momento de uno mismo abrazando sus sueños.

A veces son muy necesarios algunos portazos, aprender a dejar en el pasado lo que es del pasado, aprender a acotar el mundo a presencias de calidad porque en la moda como en la vida, menos siempre es más.

Es cierto que la vida nos puede sorprender, pero de alguna forma tengo la impresión de que eso no sucede hasta que no podemos desligarnos de esas viejas costumbres, de personas que no nos dejan nada y que se quedan ahí paradas, bajo el marco de la puerta, haciendo que la luz entre a medias y dejando en nuestra retina una imagen que se nos clava como una espina.

A veces son necesarios algunos portazos, aprender a dejar en el pasado lo que es del pasado, aprender a acotar el mundo a presencias de calidad, a presencias reales, a presencias genuinas.  La gente indicada no va a darnos beneficios, va a hacernos mejores personas y eso es algo que queda para siempre.  Aún esos que nos hacen mejores personas, cuando se van, cierran la puerta porque hicieron su tarea.

No se trata de terminar mal.  Se trata de terminar.  Cerrar la puerta a lo viejo para descansar, volver a abrir la puerta y dar así, paso a lo nuevo.

Cerrá tu puerta. Acostate. Mirá el techo y decí: "estoy list@ para lo que viene". Así será. Mañana será otro día, aparecerán otras puertas y detrás de cada una de ellas, una nueva oportunidad.  
Voy a estar deseando que elijas la mejor.

Por cuestión de respeto no voy a dar el nombre de las dos personas que me inspiraron estas líneas pero, conociendo mucho a una y casi sin conocer a la otra, GRACIAS.  
Nada de lo que viven los demás pasa por mi costado sin ser un mensaje.



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