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viernes, 31 de mayo de 2019

Carta a quien quiera leer

Yo te quiero mucho. Daría lo que fuera por saber que vas a ser siempre feliz. Con el tiempo y con cosas que la vida me puso en el camino entendí que no siempre tenemos lo que merecemos y que muchas veces también creemos merecer algo que en realidad es demasiado generoso. Posiblemente estés pensando en cosas materiales pero no, yo hablo del tiempo. El tiempo no son minutos ni horas ni días, el tiempo es relativo y como dijo Einstein: un minuto con alguien amado es corto y un minuto quemandote el culo en una estufa es una eternidad. La calidad del tiempo marca la diferencia. Alguien que te cocina te regaló tiempo aunque no hayas estado mientras cocinaba, alguien que eligió un obsequio para vos gastó (además del costo del regalo) su tiempo. Alguien que decidió estar con vos antes de estar con otra gente, te regaló la decisión de creer que gastar su tiempo en vos no era un gasto sino una inversión.

La vida pasa por un lado que no cabe en fotos, que no tiene ciudad ni etiqueta. La vida pasa por cómo te hacen sentir los sentimientos ajenos, los gestos y los momentos ajenos. No es que la felicidad dependa de los demás, simplemente se trata de aprender a recibir todo con amor y no poner categoría a los afectos.

Quizás esté equivocada pero, siendo un cuelgue, con mis tiempos enloquecidos y mis habituales vistos clavados sigo pensando que nada me hace más feliz que saber que las personas en las que pienso cuando algo no funciona o cuando funciona perfectamente son quienes en los éxitos y avatares que les presenta la vida también eligen pensar en mi.


Qué suerte tener gente que te quiso cuando eras tierra y te quiere ahora que sos jardín, el desafío será que  el árbol no tape al bosque para no perderse solo en el camino. El desafío será poner los ojos en el cielo sin despegar los pies del suelo.


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