Hoy volvió al ruedo "el acosador".
Esta historia, que comenzó en el 2011, es como esas películas que querés que terminen apenas empezadas y te das cuenta de que van a durar demasiado.
Los seres humanos nos dividimos entre "pacientes" y "virulentos" y yo me anoto en la primera fila. En aquel entonces, cuando transitaba la trasnoche de Aspen, apareció en mis redes sociales un tipo de cara rara que le dio LIKE a 50 fotos en menos de 5 minutos y comentaba cosas hasta de mis dedos del pie.
Mis fotos son extrañas, mayormente. No me gusta mostrarme y no me genera problema eso, soy así. Por ese motivo, cuando noté la exagerada demostración de aprobación sobre mis fotos, decidí eliminarlo. Debemos haber sido amigos sólo un día.
Él se llama Ariel Dasso y ha atentado contra mi paciencia los 365 días de los últimos 5 años. Confieso que al principio, cuando me preguntó en el primer mail que me envió, ese que me iba a confirmar que estaba ante alguien que no estaba nada bien ¿sos una mujer santa o sos una ramera? me quedé asombrada.
¿Ramera? Ya el término, por anticuado, casi deja de ser peyorativo... pero de todas formas, me resultó violento. Le contesté que no me molestara más, que a él no le interesaba si yo era una ramera o una mujer santa. Creí que era la salida más apropiada.
A partir de ese momento empezó una persecución insoportable. Tengo cientos de mails de él, degenerados, delirantes, violentos. Ha pasado por muchos climas y confieso que yo también.
En un momentos sentí mucha pena, pensaba que era triste la idea de que un hombre mayor no pudiera diferenciar la realidad de un delirio. Sus comentarios siempre hablan (y lo digo en presente porque sigue con su hostigamiento) de los pastores de "Cita con la Vida". Él insiste en que hay prédicas en las que se habla de mi, de que soy la mujer que dicen los pastores y ahí arma una historia que me hace pasar de la pena al asco.
Pasé 5 años soportando esto, muriéndo de pánico cuando lo distinguí detrás de las puertas de Canal 9 un día en la salida de trabajo en la madrugada.
Desde ese entonces, nada volvió a ser relajado ni feliz en mis salidas y siento que es muy injusto seguir soportando eso como si fuera mi obligación. Es horrible salir y mirar hacia atrás con la sensación de que hay un loco suelto, de 45 años que escucha voces y mensajes de sus pastores y que insiste con querer obligarme a "cumplir sus profecías".
Me invadió la angustia muchas veces e intenté explicarle que no lo conocía ni pensaba hacerlo, que tenía mi vida... pero nada le importa. Nada.
Creo que ha llegado el momento de asumir los gastos que me acarree contratar un abogado para ver si de una vez por todas, la justicia logra lo que no he logrado ni con mi cordialidad agotada ni con la irresponsabilidad de una familia que acuña el apellido Dasso y que no controla a un hombre que es peligroso para el resto.
Esta es la cara oculta de mi labor. De mi trabajo silencioso, al que amo y honro, al que respeto y por el que doy lo mejor que tengo que es mi tiempo. Cada vez que Ariel Dasso de 45 aparece con sus delirios, tengo muchas ganas de que mi voz no se oiga para ver si así logro su ausencia o al menos su olvido. Pero para ser sincera... creo que no es justo.
Les pido ayuda con la difusión de estas palabras. Yo voy a ir a la justicia, pero quiero sentir que muchos conocen esto para estar acompañada.
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