En mis épocas de estudiante de Administración allá por el 2003 cursaba una materia que se llamaba Administración General. La dictaba un profesor muy carismático y creo que por eso es que recuerdo muy bien su nombre: Diego Villalba. El primer día que lo vi pensé que era un tipo arrebatado porque llegó algo tarde y empezó a dictar su clase mientras iba firmando actas y ese tipo de cosas, era una materia semi presencial y todo me resultaba nuevo en aquel entonces.
Cuando terminó de acomodarse, se puso de pie y preguntó: ¿saben ustedes quiénes son las personas que mejor conocen la administración? Yo no tenía ni idea y mis compañeros tampoco. Al rato respondió "las amas de casa". Hacen magia para llegar a fin de mes, pagan todo, administran vencimientos, cuotas, matrículas. El hombre que va y trabaja, trae la plata y se olvida, ella está administrando siempre todo. La leche que queda para los chicos, cuanto se necesita para las vacaciones, a dónde conviene, etc. Mucho tiempo después entendí que lo que él planteaba era que las mujeres tenemos muchas variables más en cuenta, las prácticas (que son las que consideran los hombres) y las más poéticas o sensibles, por lo cual ese pequeño gran detalle las termina convirtiendo en grandes administradoras.
Las clases de Diego eran geniales. Él iba en contra de lo clásico, te abría la cabeza, te planteaba dudas, te mostraba que administrar está en cada acto de la vida. Administramos el aire para hablar, cantar, correr así que empezando por eso, todos administramos.
En otra de sus clases habló sobre los líderes. Mientras describía a los líderes yo me reía porque parecía una clase narcisista. Todo lo que decía decantaba por defecto en su nombre. Él era un buen líder. El incentivo lo generaba su emoción y pasión por lo que hacía, se enojaba cuando no cumplíamos y era estricto y sin embargo se nos hacía imposible no darle la razón cuando nos marcaba fallas. Era serio pero sabía ser simpáticamente conveniente, siempre tenía una palabra de elogio para resaltar alguna virtud en sus estudiantes y yo me daba cuenta de que él lo hacía para que todos confiáramos un poco más en nosotros mismos. A él lo hacía útil nuestra inseguridad pero lo hacía más feliz nuestra evolución.
Yo no terminé la carrera pero jamás olvidé sus clases, quizás porque lo que él dejó servía para la vida. No supe más de él y se que no me recordaría pero no me importa eso. A mi no me gustaba la carrera, me iba bien porque le ponía onda pero nada más, sin embargo sus conceptos de liderazgo me quedaron y a lo largo de mis 19 trabajos fui evaluando lo que veía. El éxito de la empresa o los sectores y el tipo de líderes que tenían.
Era la ecuación perfecta, sin fisuras. Un buen líder es el origen de los buenos resultados.
En una casa hay un líder, siempre. Los líderes naturales son aquellos que logran ser autoridad tengan o no el título, pasa en los jardines de infantes. Siempre hay alguien que comanda la batuta, alguien a quien siguen los demás (sea buena o no la causa) porque vale aclarar que los líderes no son siempre buenos o nobles en sus intenciones, de hecho Hitler ha sido un gran líder y sabemos todos el resultado de su liderazgo.
Encontré una imagen en internet y ahí comprendí lo fácil que es identificar a un buen líder.
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