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jueves, 4 de mayo de 2017

La ballena azul

Los tres fenómenos de la semana tienen que ver con las nuevas tecnologías, con las nuevas opciones para recibir mensajes y decodificarlos.  

En las últimas horas, la caída de WhatsApp casi deja sin aliento al 90 por ciento de los usuarios que, por lo que duró la caída del servicio, se empezaron a preguntar qué era lo que pasaba antes de que existiera esa red social, qué hacían.  Cada uno hace de su vida y su tiempo lo que quiere, así que es irrelevante mi opinión en algo así de subjetivo, sin embargo no deja de ser llamativa la reacción generalizada ya que hay gente que pensó en demandar a la empresa por la caída de la prestación como si se tratara de una falla en la cobertura de una prepaga ante una situación de emergencia particular.  

Otro de los temas que está acaparando la escena de las comunicaciones y que despierta opiniones encontradas es el fenómeno "13 reasons why".  Es una serie original de Netflix que cuenta con la producción y la -ahora- defensa de una de las mega estrellas del público adolescente Selena Gómez. 

13 REASONS WHY relata la historia de una joven que decide suicidarse y dejar audios para que los "aparentes" responsables del bullying que la condujo a encontrar una salida en el suicidio fueran entendiendo que sin sus conductas, ella no se hubiese quitado la vida.

El tercero y (para mi) más importante de los temas tiene que ver con Blue Whale o La Ballena Azul, un juego que invita a los participantes a formar parte de una especie de sociedad secreta en red donde los jóvenes que son aceptados reciben instrucciones de diferentes retos (50 según detallan algunos medios) que ponen en riesgo sus vidas pero que, al ser superados, deben ser reportados al administrador del sitio mediante una prueba de vida. La culminación del juego está representada por un sacrificio humano propio, previa publicación en las redes sociales de un mensaje del tipo "...soy sólo un fantasma", "este es simplemente el fin", "el sentido se pierde" o simplemente "la culpa es de la ballena".

El origen del nombre se remonta a un dato de la naturaleza, la ballena azul busca encallar cuando ya no tiene más fuerzas y decide morir.  De alguna forma, el nombre intenta representar la voluntad de los que buscan ingresar al juego, jóvenes que no encuentran amor ni comprensión y que en el afán de pertenecer terminan en este macabro ritual. No es absurdo que esta práctica sea destinada a adolescentes, aprovechando la confusión, la tristeza, la incomprensión, la dificultad misma que conlleva atravesar esa etapa de la vida.  

Muchos padres están desesperados y se preguntan ¿Cómo es posible que un chico ingrese en eso?  o lo que es peor, piensan "mi hijo no entraría jamás en algo así".  Quizás sea ese el mayor error.  ¿Quién sabe lo que pasa por la mente humana?  Digamos que con ver las noticias, basta.  Cada vez que alguien comete una locura, no falta el testigo, el familiar, el amigo, el vecino que dice "jamás me imaginé esto, era una buena persona" y en ese caso estamos hablando de adultos.

"Problemas de chicos, problemas chicos" dice la frase.  Ya no es una cuestión de edades.  Los jóvenes están años luz de ventaja sobre sus padres. Entienden de tecnología, de privacidad (cuando quieren esconder algo) y entienden mucho mejor esto de "buscar pertenecer".   

El juego nació en Rusia, el autor es un joven de 21 años.  En nuestro país es mayor de edad pero si lo pensamos detenidamente, es un adulto primario, está más cerca de la edad de las "víctimas" que de la edad de cualquiera de nosotros.  Cuando le preguntaron a Philip Budeikin (21) por qué había creado esto, él respondió:   

“Sí. Realmente lo hice. No se preocupe, usted entenderá. Todo el mundo va a entender. Murieron felices. Les di lo que no tienen en la vida real: calidez, comprensión y comunicación”.

De todo el asunto, la respuesta de él, más allá de lo siniestra y escalofriante, termina confirmando que estamos rodeados de gente vacía.  No importa si son padres, hermanos, amigos, familiares o simples contactos en las redes sociales.  El marido coqueteando en Facebook con alguna mujer, la mujer buscando a su primer amor en Twitter, los hijos con la cabeza pegada a la pantalla las 16 horas que están despiertos, los novios de la mano y ocupando la otra con WhatsApp.  

Nos juntamos con otros para llenar el vacío que nos dejan las redes sociales, cuando la lógica sería espectacularmente inversa "llenar el vacío de no estar con los que queremos usando las redes sociales".

Yo no me preguntaría tanto por qué un chico de 21 años captó la atención de tantos adolescentes sino, por qué no somos capaces de valorar las cosas que decidimos -por soberbia- llamar "simples" de la vida.  Qué no nos asombre que otro se lleve lo que no vemos.

Es cierto, hay relaciones que van a durar mucho gracias a las redes sociales.  Es cierto, ahí mostramos sólo lo que nos gusta de nosotros.  Es cierto, ahí somos impunes. No nos importan los sentimientos, no nos importa el sufrimiento ajeno.  Si alguien se droga lo estigmatizamos pero jamás nos preguntamos por qué, hablamos a sus espaldas pero no somos capaces de usar estas mismas herramientas para decir "estás bien?, nececitás que hablemos? un abrazo?" Es cierto... "garpa" mucho más mostrar la frivolidad aunque el 50 por ciento de las personas se sienta sola en sus proyectos y sienta que no ve su futuro.  Es cierto todo.

Estamos demasiado ocupados. 
  
No nos extrañemos si un día, al levantar la cabeza, nos damos cuenta de que estamos realmente solos.


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