Pensaba en esos tantos ratos de "no se qué me pasa". En el fondo (que a veces no es tan profundo) lo sabemos bien.
Quizás no sea el momento de enfrentarlo, porque enfrentarlo sería pelear con ese pedacito cómodo de nosotros que vive poniendo afuera lo que vive dentro.
Recuerdo muchas situaciones de esas en las que me quedé sorprendida como observadora sin poder actuar porque simplemente no entendía qué pasaba ahí afuera entre dos que no eran yo y, que al parecer, tampoco eran ellos. Por defecto llegué a esbozar alguna frase inútil de esas que suelen ser nafta en lugar de agua: "bueno, no es para tanto" o "no quiso decir eso, seguramente" y en el fondo me decía a mi misma "qué carajo sabés lo que quiso decir o no?". Reacciones, las llamamos.
"Cada acción produce una reacción igual y opuesta" postuló Isaac Newton. Eso suena hermoso pero no justificaría algunas reacciones humanas simplemente porque lo que da sentido a la acción primera es el valor que yo le doy. Lo voy a dotar de lo que cargue en mi mochila en ese momento. No tiene que ver únicamente con la forma de decir el mensaje sino también con la forma de escucharlo. Esa simple premisa debería servirnos para no ir tristes por los enojos ajenos, por esos que no entendemos, por los que quisimos solucionar sin suerte, por los que perduran, por los que restan.
Somos responsables de lo que decimos y podemos cambiar de opinión porque no somos lo que fuimos ayer y eso es lo más sano del mundo. Somos autores de diálogos que van a ser recibidos a gusto tal como las canciones son tomadas a conveniencia para dedicarlas a una pareja, cuando originalmente alguien la hizo para un hijo.
Somos responsables de lo que escuchamos y cómo decidimos interpretarlo, somos dueños de nuestros enojos y decepciones porque pretendemos que el mundo esté pendiente de lo que necesitamos en lugar de respirar dos veces antes de escupir basura estancada que (muchas veces) termina ensuciando a quienes no tienen responsabilidad de nuestra agenda.
Lo que interpretamos ES asunto nuestro. Interpretar viene de la vocablo *interpretis* que viene del latín y se le asignaba a los mediadores, a los que compraban y vendían. Quizás es hora de hacernos cargo de comprar adecuadamente y no cuando la billetera está flaca, pesan más las deudas de nuestros actos que las que se saldan con billetes.
Interpretar mejor habla de un mejor corazón, no porque sea bueno sino porque está más sano.
"Cuando apuntamos con un dedo, los otros tres nos están apuntando a nosotros." Una frase sabia que mi abuela regaló a nuestra familia.
Media pila, menos enojo y más amor
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