Para qué sirve la soledad?
No hablo de la soledad eterna, sino de esa breve, esa que surge día a día.
Es tan efímera, tan casual que se pierde en este mundo plagado de agendas y horarios, de planes sociales y fotos sonrientes que deben ser publicadas en la internet con la mayor celeridad posible para dar fe de lo bien que se la pasa.
Para qué sirve?
Sirve para estar con uno mismo un ratito... para entender esa orquesta que suena dentro, que suena con fuerza pero no sabemos escuchar. Sirve para captar el ritmo y aprender a bailar con ese hermoso musculoso que nos permite despertar cada día. Sirve para entender que el silencio nos puede sacar una linda sonrisa, la oscuridad nos puede traer luz. Sirve para hablar con nosotros mismos sin necesidad de mentirnos.
Yo tiré la moneda varias veces, hice apuestas a las estrellas, le hablé a Dios, pedí perdón al universo, canté con fuerza y sentí que mi voz se quebraba de dolor. Compré talismanes para dormir mejor, me dormí contando ovejas y también soñando con que el agua de un mar solitario me mojaba los pies, pero en realidad... siempre supe que ahí dentro, no en mi cerebro, sino en mi corazón, había cosas que no se podían cambiar cuando uno disponía.
Para qué sirve la soledad? Para valorar la presencia. De una, dos o mil personas. Para ver los espacios vacíos y amarlos así tal cual son y para elegir uno que vamos a guardar para lo lindo que nos tenga preparada la vida. Todo, tarde o temprano, pasará o llegará o se irá o volará o morirá pero también, algo nacerá.
La soledad sirve para reconciliarse con uno y para aprender que es justo haberse arriesgado a volar, que el único compromiso que debe tener un hombre en este mundo es con su propia libertad.
Ahí voy
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