miércoles, 6 de abril de 2016

Siglo XXI también sos un cambalache.

Argentina! 
Tierra fértil que nos ha bendecido con un Piazzolla y un Gardel, un Maradona y un Messi, un Quinquela y una Mora... con el tango, el asado, viñedos interminables, ríos caudalosos, montañas, lagos, saltos y un sin fin de vacas pastando en un verde que enceguece.

Argentina, sí!  La del sur de América!  Donde hay gringos, negros, mestizos,  colonias alemanas y senegalesas, donde conviven el guaraní y el inglés como si estuvieras abriendo un libro de antropología bien gráfico y claro.

Argentina es un país en el que nos las sabemos todas. Y no es una frase. 
Nos las sabemos todas!!!
De verdad. 
En Argentina todos nos creemos mil. 
Si nos dan un bastón de mando, lo agarramos. Sí, así como lo escuchas! Sabemos de economía y de leyes, somos mecánicos e ingenieros, nos automedicamos porque la medicina es algo de fácil entendimiento para un argentino. Somos peritos de exquisitos conocimientos capaces de resolver casos en media hora.  Pero principalmente,  amamos que nos peguen. 

Nos gusta que nos peguen pero no cualquiera.  Ojo! Nos gusta que nos pegue el que nos gusta que nos pegue. Por eso, si a Marta le pega su marido, Marta es una boluda que no hace nada ni piensa en sus hijos y aguanta infidelidades y violaciones y golpes porque es boluda... pero yo no soy boluda! No! No lo soy porque Robertito es adorable, me cachetea de vez en mes pero en realidad lo hace porque me ama y siente celos y no me quiere perder y después el pobre... ay, me creés si te digo que con cada reconciliación me trae algo? Lavarropas con luces, repasadores nuevos, un LCD que es la envidia del barrio.
Ves? No es lo mismo.
Qué?  Que sí?  No! Este ojo morado es porque a mi apenas me tocás se me marca el moretón.

Esta escena grafica lo lamentable que habita en la mente de una gran porción de nuestra sociedad.  Y me arriesgaría a decir que este intento de pasaje satírico, es bastante más real de lo que quisiéramos.

Esta es la lógica argentina.  Hasta ayer, todo lo que se hablaba sobre cuevas y lavado y enriquecimiento ilícito era una campaña de desprestigio contra una pobre viuda y su familia que vivían con la modestia característica de la gente honesta.  Pero hoy que algunos tocaron el pianito y lucen chalecos antibala en lugar de camisas caras, hay un silencio atroz hasta que... el actual presi aparece en una nómina de "Panamá Papers" y los que hasta ayer estaban mudos, piden la renuncia, la cabeza y la conciencia moral del actual primer mandatario.

Y yo... que soy muy poco corrupta (no me animo a decir "en absoluto" porque me queda un poco más de media vida aún y la gente cambia) me pregunto... ¿Verdaderamente nos importa la justicia? ¿Verdaderamente nos importa saber?  Digo, no es por menospreciar criminales, pero... no les dio alivio ver que uno de los responsables de la tragedia de Once se iba esposado con una cara que expresaba absoluta preocupación y que, a mi ignorante e intuitivo entender decía "¿Ahora quién podrá ayudarme?"? 
Porque a mi sí.  No por anti-K sino por el simple motivo de ser humana.   Pero hoy, escuchaba a una periodista decir "ojalá la justicia actúe así de rápido con Macri" y me preguntaba dónde estaba reclamando justicia ella misma hace unos meses apenas, cuando moría el niño Néstor o Luz Milagro, o cuando La Plata quedaba bajo agua, o cuando se estrellaba un tren en Castelar, otro en Once o en la Tragedia de Barracas.  

Digo, qué reclamamos?  Justicia o ganar?  Si el que me gusta a mi es corrupto, es menos corrupto porque lo quiero?   Y la respuesta es Sí.  Claramente.

No se en qué momento terminamos siendo 40 millones de imbéciles con Síndrome de Estocolmo que amamos que nos peguen.  Elegimos quién, eso sí.  La nalgada de este me gusta, la de este no.

Es raro. Es ridículo. Es obsceno. Es desalentador.
La disociación que logran algunas personas es asombrosa.  Y después de preguntarme largamente cómo era posible, entendí que no es ilógico.  Somos mujeres golpeadas... nos regalan un perfume caro y nos olvidamos de la nariz rota.

Propongo algo, agarremos la Constitución Nacional, saquémosle la tierra y las telas de araña y repasemos un poco lo que dice.  Después, mate de por medio, pensemos en la cantidad de veces que somos una lacra en nuestros laburos, con la gente que nos quiere, con los que nos necesitan, cuánto faltamos a nuestra palabra, lo mediocres que nos volvemos queriendo aparentar algo para lo cual después hay que salir a lamer botas para mantener lo que no somos.

No es muy difícil.  Tenemos NO LO QUE MERECEMOS sino lo que somos.  Y por brutos, nos van a meter el perro 15 mil veces.  Pero no seamos imbéciles... festejemos la justicia y que sea un camino de ida que no tenga ninguna bandera más que la verdad.  

Falta más libro y menos opinión.  Falta más lógica y menos protesta absurda.  El argentino promedio pierde mucho tiempo criticando lo que consume y envidia en lugar de trabajar para ser mejor. Y aunque parezca poco humilde, en ese grupo no entro yo.

Ojalá todo cambie algún día, aunque difícilmente vaya a verlo.  

Ojalá se terminen los privilegios. 

Ojalá nuestros congresistas vayan más a las Salas Honorables que a Disney.  

La política no puede ser sinónimo de impunidad y mucho menos de inmunidad.  Mientras sigamos eligiendo qué delincuente nos gusta más o menos, ellos van a usarlo para mantenernos con un placebo ridículo y observando detrás del vidrio cómo los seres pensantes de la Argentina se comen unos a otros desprestigiando o defendiendo a los que, muy equivocados, creyeron que cuando les dimos un voto les regalamos nuestra dignidad.

Siglo XXI también sos un cambalache.
Por Guada Michaelis

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