Es tan fácil ser pesimista como optimista, salir de una historia nos hace mostrar nuestra naturaleza en estado puro.
El manso, culpable por no amar, trata de acompañar a la que considera víctima del desamor hasta la orilla próxima más segura, porque no amar no significa odiar.
No amar, es haber dejado de admirar aquello por lo cual nació el amor -al menos para mi-.
A veces no resulta y es casi como una regla que, el que "abandona" es el criminal del caso.
Y se esparcen sobre el final de la historia, decenas de calificativos que van a decorar tu memoria incansablemente hasta que algún día, todo haya muerto definitivamente.
Pero, el "mientras tanto" es difícil.
Una vez alguien me dijo "No deberías creer nunca en alguien que no puede ser fiel a lo que siente" y aún así, decidí creer. Y al elegir, la vida me dio dos opciones: oportunidad o lección.
No hubo felicidad pero hubo un gran aprendizaje, supe que era así... que ¿de qué sirve ser fiel si no se es fiel a lo que se siente? Esa es la raíz de la mentira.
Por eso... por difícil, por extraño, por angustiante que sea... es mejor "que sea". La vida se hace andando, sin importar si el camino es corto o es largo.
A veces, el paisaje es escarpado, y duelen las heridas y asustan los sueños que vamos matando cada vez que fallamos, pero siempre vale la pena respirar profundo y continuar para que quede atrás el pasado.
Me dijiste: por favor no me mientas y yo dentro mío sólo pude pensar "por favor... no te mientas" que con eso, los dos habremos ganado.
Dedicado a la insistente casualidad que habita mis días.
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