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miércoles, 7 de julio de 2021

El niño MR

El niño MR viaja frente a mi en el tren. Se sentó hace minutos pegadito a la ventana, su actitud desenfrenada para acercarse al vidrio puso en evidencia la reacción de su mamá, una reacción de cuidado y amor.

Algo no está perfecto en él, hablo de esa perfección que nos hace pensar que a determinada edad ya actuamos con mayor independencia. Algo que desconozco y que no es demasiado evidente hace que su mamá esté atenta a cada uno de sus movimientos. Le da agua, él toma y amaga sin éxito con apoyar la botella en el piso, pero ella frena el proceso y le adivina otro movimiento. Un instante después despliega un mantelito como los que usábamos cuando la comida se nos caía encima,se lo coloca en el pecho, le saca los auriculares a MR y saca una galletita de chocolate para este niño tan descontracturado como los rulos de su cabeza.

En su mantelito está su nombre (por eso se que es MR) en medio de un dibujo en el cual el principito, el zorro y la rosa son parte de un mismo paisaje.

Acá en este pequeño cuadro también somos tres y ellos son como el Principito y el zorro, se acompañan y aprenden, ella lo cuida cada vez que las alarmas sonoras que indican el cierre de las puertas lo alteran y él se calma cada vez que su mamá lo toca para que se sienta seguro.

MR debe tener muchas cosas dando vueltas en su cabeza mientras pasamos una y otra estación, juega con sus dedos, se acerca y se aleja de la ventana. Su mamá se ve bonita, tranquila y feliz y en su mochila lleva la insignia que me invita a ser parte de una sociedad que debe aprender a ser responsable, respetuosa y considerada, una sociedad en la que la inclusión no sea una oportunidad para manotear dinero de las arcas del Estado sino para que seamos mejores, más presentes y atentos. 

MR hará su vida, aprenderá cosas y seguramente superará las instancias que se le presenten porque tiene a su lado alguien que parece no padecerlo sino amarlo y acompañarlo.

Un corazón azul para quienes nos enseñan tanto sin mediar palabra.


lunes, 28 de junio de 2021

Caritas pintadas

Hoy me levanté, saqué a Bertha al jardín, me bañé y vestí para salir al trabajo. Cuando me asomé al ventanal vi a mi loca de cuatro patas mirando hacia arriba, veía algo pero el vidrio empañado no le permitía saber si era yo. Escribí "hola Bertha" en el vidrio y me puse a pensar que lo que yo veía poéticamente desde mi casa calentita es algo que muchos no viven ni ven con tanto romanticismo.

Ahí mismo, consciente del frío, busqué en mi placard algo lindo y muy calentito, un saco de tejido doble que no usé nunca porque "me hace ver más gorda" y lo puse en mi mochila con un par de medias nuevas que parecen haber estado esperando este momento para estrenarse.

Bajé del tren con la ilusión de verla a ella, esa señora que el viernes se me clavó en la retina como se nos clava el amor de manera menos violenta. La pensé el sábado cuando sentí frío y pude calentar el agua, la pensé ayer cuando dormí calentita y hoy, hace minutos nada más, volví a verla. Me acerqué con miedo de decir algo que la ofendiera. 

-Hola, soy Guada. Vos estás "parando" acá? Pregunté normalizando lo que me duele. Y me dijo -Hola, estoy en situación de calle, vivo acá. 

Ahí mismo le dije que la había visto, que hoy tenía intención de encontrarla porque tenía algo para ella. Saqué el saco, lo miró y vi en sus ojos que le gustaba el color y le gustaba al tacto, le di las medias y sonrió mientras decía que le venían bien por el frío. Le pregunté si prefería dulce o salado, eligió lo primero y le pregunté cuáles eran sus galletitas favoritas, eligió las mismas que yo amo! Las Ópera de Bagley. 

Compré las galletitas y algo para tomar, le entregué todo. Cuando me despedía me dijo "lindo perfume" y lo saqué de mi mochila y se lo di. 

Vi sus ojos maquillados con colores vivos, sus cejas delineadas con histeria, sus uñas roídas con pinceladas de varios colores que se amontonaron con el tiempo y no pude evitar explicarme una vez más que no puedo cambiar esa realidad, no puedo insertar a nadie en un sistema que no conozco bien, no puedo entender por qué hay quienes terminan viviendo así y tampoco puedo hacer todo por todos pero sí puedo un poco hoy, un poco mañana y vos por alguien más hoy y mañana por otro y habremos hecho mucho. 

Hoy ella se pondrá su perfume y soñará quizás, con algo que la salve un rato. Y dibujará algo nuevo mientras sus ojos se pierden entre las luces de una ciudad llena pero vacía. 

Yo no la voy a olvidar. Y no será nunca más una desconocida para mi. Y voy a desearle hoy y cada día que las casualidades la llenen de bonitos ratos, chiquitos, sutiles pero maravillosos. Después de todo de eso vivimos.